“el presente es breve, el pasado
cierto, el futuro dudoso”
Seneca
“La inteligencia de las personas se
mide por la incertidumbre que pueden soportar”
I. Kant
La
innovación y el cambio permanentes son condición y desafío de contemporaneidad. Condición y desafío
difíciles, que se enfrentan con el saber arquitectónico en su naturaleza, más afecta a lo sólido y
durable, cuando esta cualidad de solidez se disuelve en el aire. En esta circunstancia particular,
solo el volumen es la única certeza, fijo e inconmovible, producto de un
concurso cuyos contenidos estaban todavía en ciernes, dado que el programa, que
solía ser el cimiento proyectual indiscutible, se manifiesta plagado de
indefiniciones que otrora podrían haber sido lagunas y no son, quizás, nada más
y nada menos que manifestaciones de la esencia misma del problema. El desafío
se incrementa al proponer el primer hito de un desarrollo urbano hasta ahora
concentrado en el sur de la ciudad y en
una volumetría vertical, no canónica para usos educativos
¿Cómo
se enfrenta entonces la concepción del
contenedor de una actividad todavía en gestación con las herramientas de un
saber con pretensión de dar continente firme a esa modernidad líquida? La forma
del agua es la del vaso que la contiene, ¿pero es la más adecuada cuando
sabemos y es una de nuestras pocas certidumbres, que terminado el proceso de concurso,
proyecto y obra, (no menos de un lustro), las necesidades y los instrumentos
habrán cambiado? Los laboratorios investigarán otros materiales (ayer sílice,
hoy litio, ¿mañana?) y sujetos, las bibliotecas (si conservan ese nombre) utilizarán otros soportes, las aulas servirán
para relacionar aprendices y maestros con nuevos métodos.
Sin
embargo, la forma del vaso contenedor, su símil estructural con un organismo
vivo en cuanto a piel, carne y huesos comporta decisiones importantes en este
proceso, porque así como la naturaleza premia la adaptabilidad con
supervivencia, la historia premia a los edificios cuya tipología acepta la
flexibilidad en el uso. La basílica inventada por los romanos para la asamblea
configura los templos de la cristiandad y resuelve los intercambiadores
ferroviarios de la modernidad.
Flexibilidad
es la constante y la condición.
Estructura.
El organismo que proponemos tiene en su centro un núcleo duro que alberga
funciones irreemplazables: los desplazamientos verticales de contingentes
numerosos, los servicios de apoyo y las canalizaciones de fluidos y energía.
Pero a la vez, por su carácter de elemento inmodificable, se comporta como
parte fundamental de la estructura, para tomar sus cargas verticales y como
contravientos. Columnas modularmente distribuidas en el perímetro completan el
apoyo para las cargas verticales. Las losas, de construcción alivianada y continua se apoyan en el núcleo
y vigas de completamiento del tabique en
su perímetro y otro sistema exterior de vigas encadenando las columnas en
el perímetro exterior. Uno de los bordes longitudinales de las columnas
exteriores reconoce la única estructura de transición, configurando los accesos y cabinas técnicas
del auditorio y liberando completamente la planta. La cubierta de gran luz del
auditorio se resuelve con vigas postesadas ordenadas según la modulación
general.
Piel.
La piel de vidrio se complementa a partir de la altura normativa con un sistema
de parasoles configurando un sistema eficiente de control de los flujos
calóricos y por tanto de ahorro energético: fachada ventilada. Pasarelas
cribadas a la altura de las losas permiten el mantenimiento y limpieza del
sistema sin silletas ni estructuras auxiliares. La palabra piel adquiere su
significado orgánico de relación dinámica con el exterior a diferencia de un
cerramiento común que oficia solo de frontera.
Acondicionamiento.
El sistema más adecuado por su versatilidad para este edificio y programa es el
VRF con máquinas en las azoteas y equipos zonales en los cielorrasos que permiten acondicionar cada sector de
acuerdo a sus necesidades al punto de poder entregar calor y frío
simultáneamente en distintos sectores. El salón de actos tendrá su propio
sistema autónomo
La
carne del edificio es la musculatura perimetral de espacios flexibles,
adaptados al programa y adaptables a
programas futuros mediante la renovación de tabiques, instalación de
conductores multifilares y equipamiento.
Una
mención especial cabe para el plano noble,
que se desarrolla en dos niveles:
0,00 y – 5,00 integrados espacialmente. En particular, el nivel inferior,
vinculado a los accesos enfrentados del salón de actos y un patio-jardín,
pierde su condición de subsuelo para adquirir un gran protagonismo en las
actividades especiales y en la cotidianeidad del emprededorismo, la
administración del parque y una cantidad de funciones dinámicas vinculadas al
acceso multinivel.
En
estos dos niveles se potencia la tensa relación entre la simetría de las plazas de acceso que propone el plano urbano
y el doble torcimiento del eje compositivo: Plaza, quiebre al acceso. Acceso,
quiebre a la longitunalidad de las plantas. Estos recorridos, recreando la
promenade architectural, reconoce en su sistema de espacios públicos la trama
de vacíos, vías y pasajes propuestos por el proyecto urbano.
Por
último, retomando el concepto urbanístico clásico de hito, en una propuesta tan
lejana a Camilo Sitte en su modernidad geométrica como cercana en la idea de
monumento-referente, el edificio se postula como la centralidad focal y de
contenidos de la nueva urbanización, materializando el color rojo simbólico asignado
al volumen en el modelo inicial. Sin embargo, en ese carácter de pieza
modélica, el edificio opta por un carácter austero y de síntesis, desechando la
retórica de torre Velasca para ceder el protagonismo significante a la
educación del futuro.